EL DOCENTE INVESTIGADOR COMO FACTOR DE TRANSFORMACIÓN DE LA SOCIEDAD:
REFLEXIÓN SOBRE SU PAPEL EN LA CONSTRUCCIÓN
DE SABERES,
SU PROPIA PRÁCTICA
Y LA CONSTRUCCIÓN DE REDES
DE CONOCIMIENTO
Institución Educativa Fusca Sede El Cerro Chía Cundinamarca
jennypaolamartinez@ieofusca.edu.co
https://orcid.org/0000-0001-8385-1932
Instituto Internacional de Idiomas - Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.
Facultad – Seccional Duitama
https://orcid.org/0000-0002-1811-9400
Institución educativa presbítero Bernardo Montoya Giraldo
https://orcid.org/0000-0001-7565-949X
DOI: 10.37594/oratores.n17.697
Fecha de recepción:22/08/2022
Fecha de revisión:13/09/2022 Fecha de aceptación:03/10/2022
_________________________________________
1 Estudiante
Doctorado en Educación Universidad Metropolitana de Educación, Ciencia y
tecnología. Docente de planta en Institución Educativa Fusca Sede El Cerro Chía
Cundinamarca.
2 Estudiante
Doctorado en Educación Universidad Metropolitana de Educación, Ciencia y
tecnología. Docente en Instituto Internacional de Idiomas - Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Facultad – Seccional Duitama.
3 Estudiante
Doctorado en Educación Universidad Metropolitana de Educación, Ciencia y
tecnología. Docente de planta en Institución educativa presbítero Bernardo
Montoya Giraldo.
El escrito presenta una reflexión en torno al papel del docente investigador como factor de transformación social a partir de su rol en la universidad y su participación en las funciones sustantivas de docencia, investigación y extensión. Se analiza la forma como a partir de sus acciones contribuye a la construcción de saberes, al mejoramiento de su propia práctica y a la construcción de redes de conocimiento que involucre al estudiante con la acción de investigar para que aporte a su contexto y responda a las necesidades de la sociedad. La reflexión se hace a partir de la consulta de veinte artículos de investigación sobre la investigación en el quehacer docente. Se concluye que la investigación exige un perfil del docente que le permita actuar en varios escenarios donde sus decisiones influyen directamente sobre el desarrollo de habilidades investigativas en el estudiante y la construcción de una cultura de investigación.
Palabras clave: docente, investigación, sociedad, universidad, docencia.
KNOWLEDGE,
HIS OWN PRACTICE AND THE CONSTRUCTION OF KNOWLEDGE NETWORKS.
ABSTRACT
This paper presents a reflection on the role of the research professor as a factor of social transformation based on his role in the university and his participation in the substantive functions of teaching, research and extension. It analyses how their performances contribute to the construction of knowledge, to the improvement of their own practice and to the construction of knowledge networks that involve students in the action of research so that they can contribute to their context and respond to the needs of society. The reflection is based on the consultation of twenty research articles on research in the teaching profession. This reflection concluded that research requires a profile that allows teachers to act in different scenarios where their decisions directly influence the development of research skills in students and the construction of a research culture.
Keywords: teacher, research, society, university, teaching.
La misión de la universidad del siglo XXI la configura como principal fuente de conocimiento y elementos para el adelanto tecnológico que permita el desarrollo de la sociedad que convive en su entorno. Es entonces la acción investigativa un recurso fundamental para el cumplimiento de esta intención y por ende uno de los actores fundamentales en todo el proceso es el docente en su rol de investigador.
Viene a lugar hacer hincapié en la importancia de que la investigación concebida desde diferentes panoramas esté presente en la formación del individuo en todos los niveles educativos, pues se ha relegado su impacto únicamente al estudio científico en campos formales y como parte del currículo universitario, sin embargo, para que la universidad pueda hacer efectiva su misión es esencial que el estudiante desde temprana edad desarrolle competencias y habilidades en investigación que le permitan reflexionar sobre la sociedad en la que vive, sus necesidades, problemáticas, fortalezas, oportunidades y potencialidades, razonando sobre su responsabilidad social.
Este escrito presenta la reflexión de los autores en torno al docente investigador como factor de cambio en la sociedad, abordando su papel en diferentes niveles educativos, su labor investigativa para mejorar los procesos de aprendizaje, la necesidad de que investigue para mejorar su práctica y su papel como nodo en redes constructoras de conocimiento.
La razón de ser de la universidad en el siglo XXI es generar conocimientos científicos y tecnológicos que produzcan bienes y servicios al servicio de las comunidades con el fin de mejorar la calidad de vida y por consiguiente elevar el desarrollo de una nación que está directamente ligado a la educación, la ciencia y la tecnología. Según la UNESCO (2016) la relación entre la sociedad y la ciencia debe ser reinventada, ya que la ciencia no sólo debe responder a las necesidades de la sociedad, si no que el conocimiento científico debe estar disponible para toda la sociedad, de tal manera que se debe aumentar su divulgación y llevar a cabo una alfabetización para que las personas comprendan su lenguaje.
Corresponde a la educación y a los docentes construir los medios para producir conocimiento ligado a la realidad socio-histórica que se viva, por lo que la investigación se constituye como una actividad fundamental en la construcción social (González Roys, 2019). La investigación debe ser un proceso que acompañe la formación del individuo desde temprana edad, ya que el cuestionamiento sobre lo que ocurre en su entorno genera consciencia de su papel en el mismo y por ende sentido de responsabilidad sobre las acciones que lleve a cabo.
De acuerdo con lo anterior la actividad investigativa no debe ser exclusiva de la universidad, sino que debe estar presente en los procesos pedagógicos en todos los niveles educativos, puesto que permiten la reflexión y auto reflexión para cuestionar el mundo y el actuar del sujeto dentro de éste (D’olivares & Casteblanco, 2019). Ante esta necesidad, es fundamental que el docente, este formado como investigador, según Gómez, J. (2018) debe poseer unas competencias investigativas básicas que le permiten transferir el conocimiento que facilita llevar a cabo la investigación; competencias metodológicas que permiten desarrollar las competencias de otras personas y potenciar en sus estudiantes las habilidades que posee cada uno, y competencias profesionales que se relacionan con la ética, los valores, la creatividad e innovación que debe poseer el investigador.
Si bien es cierto, la investigación es una función sustantiva de la universidad, muchos de sus procesos se ven limitados por la percepción del estudiante acerca de lo que implica cada una de sus actividades, por lo que la formación en investigación desde edades tempranas y etapas escolares anteriores a la formación profesional permite que el estudiante se considere a sí mismo como actor del proceso capaz de reconocer y ejecutar libremente practicas transformantes coherentes entre lo que hace como individuo y como miembro de una colectividad social (González Roys, 2019).
La relación docencia investigación en la universidad en la tercera década del siglo XXI es sinérgica, debido a que el docente es un nodo en la red que se crea en torno al acto investigativo, pues es el actor que genera el espacio para inducir al estudiante a estar inmerso en la comunidad, acompaña y muchas veces crea el proyecto de investigación, crea los semilleros de investigación, participa en grupos formales de investigación, divulga en eventos de comunicación científica y entreteje redes de conocimiento ínter institucionales (Flores Nessi et al., 2019, 2020).
Si bien el docente puede ejercer una variedad de roles no solo en su ambiente de aula sino desde otras disciplinas, en algunos casos su práctica se ha visto limitada porque no existen las garantías para que se pueda desempeñar de forma autónoma sino al contrario se ha centrado en impartir o transmitir conocimientos. En la educación superior, la creación, diseño e implementación de currículos en muchos casos basados en competencias superficiales y que no tienen en cuenta los intereses reales de la comunidad universitaria, hacen que tanto docentes como estudiantes sesguen el verdadero quehacer académico, pedagógico y profesional que desemboque en actividades investigativas, por ende, no existe una reflexión y sensibilidad sobre las exigencias de una sociedad llena de retos y desafíos que por supuesto requieren de estudios y estrategias para una transformación de impacto no sólo local sino regional, nacional y global.
En tal sentido, Martínez et al (2020) manifiestan que lo ideal para realizar un adecuado ejercicio de docencia y bajo perfil de investigador es considerar infaltables las competencias que permitan al docente contribuir en una práctica social. Dentro de estas competencias se encuentran las pedagógicas que se basan en recursos didácticos, metodológicos y de evaluación. Las competencias investigativas que centran su objetivo en crear, descubrir e innovar a partir de la ciencia y la tecnología. Las competencias cognitivas las cuales permiten al docente estar en permanente aprendizaje y análisis y así identificar los beneficios de la investigación para el bien de la comunidad. Por último, competencias personales y participativas donde se despliegan docentes como agentes líderes, desafiantes, conscientes y flexibles a cambios.
El significado de la docencia en la actualidad es el de guía y presentador de un panorama real de la sociedad al estudiante, es un acompañante en la búsqueda y construcción del conocimiento que está en constante actualización, por lo cual su meta ya no es que el estudiante aprenda, sino que aprenda y desprenda, logrando tener un paradigma plástico de su contexto, que sea capaz de reconocer los cambios, aceptarlos y usarlos a su favor para aportar al crecimiento y desarrollo individual y colectivo (Pinchao Benavides et al., 2019).
El papel que cumple el docente investigador en la educación es el de dinamizador e integrador
de los procesos de aprendizaje, aplicación, reflexión y comunicación del conocimiento por parte del estudiante a través de diferentes acciones que lo encaminen a comprender como
actuar flexiblemente con sus
saberes en el entorno para resolver problemas emergentes de las necesidades en diferentes áreas (Pelaez &
Piedrahita, 2018). En este orden de ideas, y tal cual como lo expone Palencia
(2020), “resulta necesario que desde la
formación inicial existan condiciones para el
crecimiento de habilidades y competencias investigadoras, que aseguren
maestros investigadores; al tiempo, el ejercicio de la docencia requiere de estímulos y reconocimientos
para quienes investigan en el aula” p. 114.
De igual importancia, se debe resaltar la coherencia y congruencia que deben existir entre la misión y visión de una institución de educación superior con lo que realmente exige la sociedad en cuanto a soluciones que desde los roles investigadores puedan fortalecer los diferentes sistemas. Debe velar por proveer motivación, tiempo, espacio y permanente cualificación para que así los docentes y estudiantes aumenten su interés en ir más allá de su rol en el aula como facilitadores de temáticas y experiencias, hasta que como equipo no se detengan en analizar y comprender aquellas situaciones y realidades que requieren de un tratamiento y estudio buscando una mejora de impacto en lo ambiental, tecnológico, ético, emocional, social y cultural.
En línea con lo anterior, la investigación posibilita la reestructuración de los saberes discutidos en la universidad y en los niveles de escolaridad anteriores, por lo tanto, el docente investigador transforma procesos pedagógicos en todos los campos y disciplinas de los currículos, toda vez que es capaz de identificar la conexión entre los conocimientos construidos y su saber didáctico con el fin de optimizar la comprensión de un entorno cada vez más dinámico y tecnificado.
En el caso de Colombia, existen muchas dificultades con el docente investigador en la escuela, según Echeverri-Álvarez (2016), la poca consideración en la escuela de la importancia de la investigación, las condiciones desfavorables para que el docente investigue y los inexistentes espacios para que el docente realice investigación, son barreras que no permiten que la investigación en Colombia se desarrolle, y que el docente produzca nuevos conocimientos. Otra lamentable dificultad, es que la escuela cuando tiene docentes investigadores no sabe aprovecharlos y cuando este obtiene resultados en sus investigaciones tampoco sabe qué hacer con ellos. Es decir, el docente investigador en la escuela colombiana no es valorado y por ende no cuenta con los recursos para llevar a cabo sus proyectos de investigación que le permitan transformar la comunidad donde labora.
Por otro lado, la investigación en la educación superior colombiana se ha venido consolidando en las últimas décadas. Desde la normales superiores se imparten cursos de investigación, en las facultades de educación se forma al futuro docente enfocado en la investigación, y por medio de los semilleros que son espacios extracurriculares para el fortalecimiento de las competencias investigativas, con el acompañamiento de un docente investigador se realizan proyectos para dar solución a problemáticas presentes en el contexto. En dichos semilleros, el docente investigador, cumple en primer lugar con la tarea de formar nuevos investigadores y paralelamente realiza investigaciones que beneficien la sociedad, buscando una mejor calidad de vida para todos. Es entonces el docente investigador colombiano un agente del cambio, que por medio de sus proyectos busca la transformación de la sociedad.
El reto de la universidad es la flexibilización y transformación en la concepción del rol del maestro y del conocimiento que se transmite, estas acciones deben descansar sobre una elección consciente de las bases epistemológicas de los saberes que se presentan a los estudiantes, pues es desde ese punto de partida que se enfoca el papel del maestro investigador como agente real de cambio. Muchas instituciones en todos los niveles educativos enuncian su misión sobre postulados de corrientes y modelos pedagógicos contemporáneos que conciben al maestro como un acompañante en la construcción de pensamiento crítico, sin embargo en la práctica el transmisionismo sigue siendo el eje central del quehacer docente y la actividad investigativa queda relegada al chequeo de los elementos que debe tener el documento escrito del proyecto de grado.
La docencia procura la investigación a partir de la necesidad de aplicación del conocimiento en la realidad tanto del estudiante como del docente (Becerra & Cristancho, 2018), por lo que mejora la docencia desde diferentes panoramas: como actividad para lograr el aprendizaje de los estudiantes y generar competencias de investigación en ellos, como acción reflexiva que permita la mejora continua de la práctica pedagógica cuando se investiga sobre la propia acción docente y como acción que permita generar nuevo conocimiento en diferentes campos disciplinares, de modo que la investigación enriquece la labor docente y lo convierte en un agente de cambio con un enorme potencial de transformación social.
La transformación social está directamente ligada con las acciones políticas que lleve a cabo el gobierno de una nación y que afecten el sistema económico, de salud y de educación entre otros, por lo tanto el docente o investigador se convierte en factor de cambio en la sociedad cuando es conocedor de su contexto, lo reconoce e identifica las acciones pedagógicas y didácticas que debe llevar a cabo para la aplicación del conocimiento disciplinar en la búsqueda de soluciones a las necesidades de su territorio a través de la investigación (Reis-Jorge et al., 2019).
De acuerdo con lo anterior, la praxis del docente es a la vez un “laboratorio natural” que le da la oportunidad de investigar sobre su propia práctica, observar, reflexionar y tomar decisiones en miras a mejorar su quehacer en el aula, lo que lo convierte en un factor de cambio constante de su actuar profesional.
La responsabilidad social del docente investigador frente a las demandas de la sociedad es enorme, ya que debe velar por un desarrollo ético de la actividad investigativa, que esté orientada tanto al progreso individual como al colectivo, que aporte al cumplimiento de la misión de la institución educativa y por ende logre la articulación con la empresa y el estado, teniendo un impacto profundo en la atención a las necesidades identificadas en el entorno (Flores Nessi et al., 2020).
Desde su rol como investigador el docente es el punto de partida en la construcción de conocimiento y elementos para el adelanto tecnológico, ya que induce al estudiante a relacionarse con su entorno, observarlo, analizarlo y entender sus necesidades, para posteriormente identificar las situaciones problema que requieren atención y son oportunidad de nuevos saberes. Es el docente quien orienta los semilleros de investigación y teje redes de conocimiento institucional e interinstitucional que se ocupan de la búsqueda y aplicación de conocimientos que impacten el entorno y por ende provoquen una transformación de la sociedad en procesos científicos, disciplinares, ideológicos, políticos, legales, económicos, artísticos y culturales.
El papel del docente investigador en Colombia no ha sido suficiente para dar solución a problemáticas que se han incrustado en la sociedad desde los primeros años de vida republicana, la violencia por ejemplo ha sido una constante, sin embargo la tarea del docente investigador debe ser seguir investigando y formando nuevos investigadores que a mediano plazo puedan lograr una transformación social de panoramas difíciles como el que han marcado situaciones como la violencia, la desigualdad, la pobreza, entre otros, dificultando la construcción y acceso al conocimiento en todo el territorio nacional.
La investigación es una actividad generadora del conocimiento instituido a partir de la praxis docente, quien consciente de su responsabilidad social reflexiona acerca de su papel, su práctica y su libertad individual para comprometerse con la participación en la construcción de saberes.
Se hace necesario fomentar una cultura investigativa desde los primeros años de vida escolar con el fin de que todos los miembros de la sociedad se hagan conscientes de su rol como agentes transformadores del contexto en el que viven, donde tanto el docente como el estudiante deben ser protagonistas activos de esta actividad no solo para ejecutar el currículo, sino también para hacer realidad las actividades propias de la extensión de la universidad.
Es de vital importancia que el docente investigador cuente con las competencias y habilidades para desempeñar su labor, puesto que de esta forma será idóneo para construir saberes en lo referente a nuevos conocimientos, en la pedagogía de su disciplina, en su práctica y por ende se desencadenará una cualificación mayor de formación profesional y un impacto positivo en la calidad educativa.
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