NUEVOS CAMINOS PARA LLEGAR AL CONOCIMIENTO. LA TRANSFORMACIÓN EPISTEMOLÓGICA UN RETO
DEL SIGLO XXI
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Diego Armando Sanabria Yaruro Docente, Escuela Normal Superior Antonia
Santos, Colombia. https://orcid.org/0000-0002-1077-1568 |
DOI: 10.37594/dialogus.v1i6.434
Fecha de recepción:18/06/2020 Fecha de revisión:29/07/2020 Fecha de aceptación:20/08/2020
Al leer o hablar sobre epistemología, se categoriza el cúmulo de saber en corrientes filosóficas, modelos o pensamientos, y se señalan sus orígenes como algo dado; tal vez por comodidad o tal vez por eficiencia en el manejo del conocimiento, pero lo cierto; es que no se hace justicia al camino que ha recorrido el saber y al alcance que tiene hoy, y más aún; se suele dar por sentado, que si se habla de un pensador en particular, sus evidencias argumentales son relevantes y suficientes para hacer tal o cual afirmación, especialmente con los denominados filósofos antiguos. Por esto, se pretende mostrar de forma sucinta, el posible origen presocrático del positivismo (al menos desde el punto de vista de línea del pensamiento), siguiendo una sucesión temporal que va desde Parménides, pasando por Demócrito, Pirrón y finalizando en Auguste Comte considerado padre del escepticismo metafísico o positivismo, y sobre quien, se abordarán los postulados que fundamentan su pensamiento, y el alcance que ha tenido en Europa. Así, se podrá evidenciar que el conocimiento es una labor continua de los pensadores en el transcurso del tiempo, quienes aportan para hacer evolucionar unas ideas y desechar otras, logrando la consolidación del conocimiento en concordancia con los periodos históricos, sociales, culturales y tecnológicos en que se encuentre el florecimiento del saber mismo.
Palabras clave: Escepticismo, positivismo, evolución, Parménides, Demócrito, Augusto Comte.
ABSTRACT
When reading or talking about epistemology, the body of knowledge is categorized in philosophical currents, models or thoughts, and they mark their origins as something given, perhaps for comfort or perhaps for efficiency in the handling of knowledge; but the truth, is that the justice isn´t done to the path that knowledge has taken and the scope it has today, and even more so it is usually take it for granted that if we speak of a particular thinker, his argumentative evidence is relevant or sufficient to make this this or that affirmation, especially with the so called ancient philosophers. This is why we intend to show succinctly the possible pre-socratico origin of positivism (at least from the point of view of thought) following a temporal succession that goes from Parmenides, through Democritus, Pyrrho and ending in Auguste Comte considered the father of metaphysical scepticism or positivism, and about who, will be tackle the postulates that support his thought and the achieve that it has had in Europe. This is how it become evident that knowledge is a continuous work of thinkers over time, who give their contribution to make some ideas evolve and invalidate others, achiev the consolidation of knowledge in accordance with the historical, social, cultural and technological periods in wich the flourish of knowledge itself is found.
Key words: Escepticism, positivism, evolve, Parmenides, Democritus, Auguste Comte.
La búsqueda de explicaciones reales, alejadas de las creencias de tipo espiritual o religioso, desde tiempos inmemorables ha rondado la existencia del ser humano; preguntas como ¿Por qué ocurre?, ¿De dónde proviene?, ¿Por qué es así?, han sido puntos de partida para descubrir las nuevas verdades.
En épocas remotas los acontecimientos naturales, las enfermedades y todo suceso que afectara la realidad vivencial, eran vistos o interpretados como castigos divinos; fueron muchos los pensadores que, en la antigüedad, quisieron darle una explicación científica a lo que ocurría a su alrededor, apartándose del conocimiento vulgar o de las creencias religiosas.
Uno de los casos más relevantes del enfrentamiento entre
la posición dogmática
de la religión (y en el fondo
la detención del poder) y la posición científica, la constituye los cuestionamientos de la iglesia a las
posturas de Galileo Galilei, en referencia a la validación de las afirmaciones de Copérnico y la abolición de la percepción aristotélica del universo,
que tanto favorecía
a la iglesia. Sobre el hecho se pronunciaría el entonces Papa Juan Pablo II, el 31 de octubre de 1992, refiriéndose al
mismo como “Las aclaraciones aportadas
por los estudios históricos recientes nos permiten
afirmar que este doloroso malentendido pertenece al pasado” (Brandmüller,
1992, pp. 195-196).
“A
partir de 1610, tras sus descubrimientos astronómicos con el telescopio que apoyaban la
teoría copernicana, en especial la observación de las fases de Venus, Galileo defendió
abiertamente el copernicanismo” (Beltrán, 2005, p.1); el conocimiento siempre ha
estado atado a la realidad de cada época de la historia, las posturas que socaven las bases de una sociedad o de una creencia en un espacio de tiempo determinado, suelen ser censurados y en muchas ocasiones sus autores han sido víctimas de la persecución. En la época del oscurantismo, se quiso callar las voces que tenían posiciones distintas, pero, aunque fuera imprevisible, se convirtieron en el caldo de cultivo para el nacimiento de grandes avances en la ciencia, la tecnología, el arte, la música y en general en el conocimiento de la realidad.
Lograr un conocimiento avanzado en diversos campos de la ciencia, ha sido un deseo constante para la humanidad, es por ello, que hoy el conocimiento se promueve a través de la investigación científica. El ser humano ha dejado de aceptar pasivamente las teorías o las leyes existentes, para pasar a refutarlas o en otros casos a apalancarlas o adecuarlas a la realidad vigente.
Desde estas perspectivas, es importante analizar la influencia del positivismo en el avance de la investigación científica y el conocimiento de la realidad a través del tiempo. Del modelo epistémico positivista, es importante mencionar, que el mismo había comenzado a ver la luz en los presocráticos, y a partir de ahí, y tras el modelado de las mentes, el tiempo, las culturas y los descubrimientos, el mismo se termina consolidando en la mente de Augusto Comte y otros pensadores que cobran relevancia, como lo es, Saint Simón, que aunque la literatura y el análisis de sus aportes no lo sitúan en el punto de partida del positivismo, puede llegar a verse como un antecesor de este modelo de investigación científica.
Para Berthier (2007):
Saint-Simón puede considerarse el primer antecedente de la sociología posterior a la Revolución Francesa. Preocupado por lo que consideraba una tendencia desorganizadora de la sociedad, Saint-Simón rechazó la especulación filosófica acerca del orden social y a partir de una visión organicista propia del siglo XIX, encauzó sus esfuerzos intelectuales a la fundación de una nueva ciencia que tuviera por objeto al mundo social y que tuviera como principios rectores la organización y la creatividad. (p. 1)
Analizar el positivismo nos debe llevar por el camino de la génesis de este modelo, conocer sus bases teóricas, rememorar sus principales exponentes, por tanto, se indicarán los aportes y posturas que acerca de este modelo epistémico tuvieron los autores en su momento, haciendo ver su relevancia para abordar proyectos de investigación.
Cuando se pregunta por el origen del positivismo, sin lugar a dudas, Auguste Comte, de inmediato viene a nuestra mente, pero cuando se observa el fondo, las ideas que enmarcan este pensamiento son derivadas de pensamientos anteriores. Conocer el pensamiento veraz de los presocráticos, ha constituido un acertijo que no tiene solución, es el caso de Demócrito, que como cita Rodríguez (1986):
En mi opinión, si Demócrito realmente defendió un escepticismo tan radical como S. Empírico y D. Laercio le atribuyen, hay en su sistema profundas incoheren¬cias, como señalaron, en parte, algunos comentaristas de la antigüedad; creo, más bien, que se trata de una incomprensión, por parte de sus críticos, más que de un auténtico escepticismo. Hemos de recordar que Aristóteles, el expositor de la mayoría de los datos sobre Demócrito, vacila a la hora de encasillarlo; nos lo representa ya como un dogmático, ya como un escéptico. (p. 102)
Es bueno recordar que, los viajes y principalmente el contacto con los sabios de su tiempo, convirtieron a “Demócrito en uno de los escritores más prolíficos de toda la antigüedad. Trasilo ordenó los escritos de Demócrito por tetralogías, lo mismo que las de Platón, asignándole trece (que comprenden cincuenta y dos escritos distintos)” (Kirk y Raven, 1987, p. 565), a pesar de una obra tan amplia, tan sólo se conoce poco de su pensamiento, a través de fragmentos sobre ética principalmente, y que Aristóteles, recogiera bien de la tradición oral o de transcripciones literales de las obras realizadas por Demócrito. Por tanto, no hay una fuente directa, que permita analizar a profundidad y con certeza, la postura del abderita frente a su pensamiento epistemológico, de ahí que se catalogue por varios filósofos en diversas corrientes de pensamiento. En el caso del análisis que hace Rodríguez (1986) sobre el mismo dice:
“Demócrito, en
mi opinión,
en coherencia
con sus propios postulados gnoselógico- ontológicos, no pudo poner en duda la existencia y objetividad de los fenómenos corpóreos, como lo demuestra el que, según él, son explicables inequívocamente; su escepticismo tendría únicamente cabida en el terreno de la
adecuación o no de las sensaciones a los fenómenos”. (pp.
103-104)
Al analizar la postura antes mencionada, el autor olvida, que hay un escepticismo que caracteriza al pensamiento de Demócrito y es, el del escepticismo metafísico, como de su misma afirmación se deriva.
Por lo expuesto, no hay evidencia suficiente, para validar con total certeza que Demócrito tuviese una afiliación epistemológica concreta, ya que, en primer lugar, se debe entender la sociedad y cultura de la época, es decir no perder de vista el contexto en el que se desarrolló este pensamiento, y tampoco la influencia de los historiadores en las versiones que presentan de la visión de Demócrito, al igual que el direccionamiento que le dan al pensamiento escrito los traductores. Sin embargo, es posible establecer una línea de pensamiento escéptica en el tiempo, que relacione a Parménides, Demócrito, Pirrón y Comte como se verá.
Aquí se debe salvaguardar lo siguiente, una cosa es que el pensamiento de Demócrito y Leucipo expliquen los fenómenos de la realidad, desde la concepción atómica, y otra diferente es la concepción que pudiesen tener de la capacidad de alcanzar el conocimiento real, o la verdad de la realidad; sobre lo cual, no se evidencia (o lee) una afirmación que se les atribuya al respecto a estos pensadores, a quienes se les ha denominado también materialistas, e incluso subjetivistas, al indicar que ellos defendían el postulado, de que las sensaciones del objeto dependían del sujeto, al interactuar sus átomos con los del objeto. Lo que hace esta afirmación, en últimas, es confirmar el enfoque de que sus ideas estaban dirigidas a explicar la realidad, y no a asumir una posición frente a cómo se daba el proceso de conocimiento.
De esta manera, los atomistas podían explicar la realidad indicando la posibilidad de alcanzar la verdad, o bien afirmar que aunque se pudiera percibir, esta era inalcanzable para los sentidos, de aquí se desprende la pregunta, ¿qué concebían como realidad los atomistas?,
¿sólo lo perceptible por los órganos sensoriales?, ya que como bien sabemos, hoy día se conocen fenómenos que no son perceptibles por los sentidos, pero que son detectables por dispositivos, que permiten verificar que son reales y cuantificables.
Por tanto, para la época de Demócrito y su maestro Leucipo, hablar de átomos correspondía, al parecer, a una deducción del razonamiento basado en las experiencias de la realidad perceptible, lo que los catalogaría como empiristas. Lo que muestra que se puedan catalogar ambos pensadores en diversas corrientes epistemológicas, por tanto, lo que se diga al respecto serán sólo conjeturas más o menos cercanas a la realidad. De ahí, que sólo se pueda hacer un acercamiento a la distancia y un seguimiento a la evolución del pensamiento.
Llegados aquí, se podría decir también que Demócrito era un escéptico, de una u otra forma, o en algún momento puedo establecer contacto o haberse visto influido por este pensamiento, o incluso pudo haberlo adoptado en parte, a su forma de explicar la realidad. Como se sabe, Demócrito nació en Abdera, y la tradición filosófica atribuye que este fue discípulo de Leucipo, quien lo fuera de Zenón, y este a su vez de Parménides, de cuyas ideas es bastante probable Demócrito desarrollara su pensamiento, ya que, para algunos filósofos, de éste tomó el concepto del Ser (lo que es, lo pleno), y contrario al pensamiento de Parménides admitió el vacío o “no ser”, y sólo consideró dentro de sus planteamientos fuerzas provenientes de la materia,
La interacción de los átomos en el vacío, que da lugar a la formación de los compuestos sensibles, es resultado de la «necesidad», entendida como una ley mecánica universal que todo lo gobierna; hay una eterna concatenación de causas y efectos, en la cual queda excluido todo teleologismo. (Cordero y Santa Cruz, 1986, p. 145)
Con el fin de
establecer la posible semilla del positivismo, que se configura en Auguste Comte en el siglo XIX, se tiene que; en razón a la relación
que Demócrito tiene
con Parménides, obsérvese lo que Clemente
de Alejandría refiere
en stromateis (como se citó en Cordero
y Santa Cruz, 1986, p. 153), “Parménides fue oyente de Jenófanes; de él lo fue Zenón, y luego Leucipo, y Demócrito.”, en el
mismo sentido Simplicio, en In Aristotelis Physica commentaria (como se citó en Cordero y Santa Cruz,
1986) “Leucipo..., que par¬ticipaba de la filosofía de Parménides, no siguió respecto
de los entes el mismo camino que Parménides y Jenófanes
sino, según parece, el contrario” (p. 154). Lo que sugiere, que hubo un
cambio o redireccionamiento
de la idea de ente de Parménides con el fin de poder explicar otros aspectos
de la realidad, pero la idea de base, sobre
la que surgen los postulados de Demócrito es la de Parménides. “Demócrito consideraba que “lo que es” (el
ser) y “lo que no es” (el vacío) son la causa de las cosas que son, (entendiendo “causa”) como materia”
(Aristóteles, 1998, pp. 87-88).
También se puede decir, desde la óptica contemporánea, que de Parménides a Demócrito se concretó una evolución o “cambio” de Paradigma, ya que, en palabras de Zamudio (2012):
una teoría, en tanto conjetura, siempre será sustituida por otra; pero no por cualquiera de entre las que proliferan en la fase de crisis del paradigma, sino por aquella que en primer lugar, incluya lo fundamental de la anterior, y luego, la supere entendiendo por tal el establecimiento de nuevas predicciones empíricas que puedan resultar sorprendentes para los defensores de la teoría anterior, pero después se ven confirmadas experimentalmente. (p. 64)
Y es precisamente el derrotero antes mencionado, el que sigue la teoría atomista planteada por Demócrito, y que ha sido comprobada plenamente, sólo hasta nuestros días. A esto se suma también, que el avance científico ha permitido comprobar que el átomo, es posible “dividirlo”, y a partir de allí se han derivado otros conceptos como los de fisión y fusión nuclear, sin perder vigencia la teoría atomista.
De todo esto se desprende, que una teoría más que ser reemplazada o sustituida por otra, evoluciona hacia una forma teórica que posibilita una mejor explicación de la realidad,
e incluso; en la medida que pueda llegar a realizar predicciones, se hace más atractiva a la ciencia, en el sentido que posibilita abordar nuevos, y quizás de mejor manera, los diversos problemas. En el fondo, la teoría será aceptada, estudiada y aplicada en cuanto satisfaga las necesidades de la ciencia.
Siguiendo el intento de relacionar el pensamiento eleático con Demócrito, Cordero y Santa Cruz (1986) señalan:
Ninguna de las escasísimas afirmaciones atribuidas a Leucipo demuestran conocimiento alguno de la obra de Zenón. Parece innegable, sí, que el atomismo ha estado familiarizado con la filosofía eleática, e incluso que haya surgido como un intento de superar su extremismo, pero en este aspecto - como en todo lo que atañe al atomismo - es imposible señalar una división entre los aportes de Leucipo y los de Demócrito, y fundamentalmente, no hay razón alguna para explicar la influencia de una escuela sobre otra mediante el dudoso recurso de la relación maestro-discípulo. (p. 155)
Si bien la evidencia es fundamental para lograr establecer vínculo entre un pensamiento y otro, puede resultar descabellado pretender que una corriente de pensamiento surja de la nada, con la única intensión de superar a otra; lo que no se discute es que, entre el pensamiento sobre el ente de Parménides y el ser de Demócrito, hay una concepción muy parecida e indisoluble. En este sentido pudo ocurrir que la filosofía eleática haya servido de base, desde este concepto, para el florecimiento del atomismo; se podría decir que sirvió de base en un sentido positivo del conocimiento (por que hace evolucionar al pensamiento de Parménides), o por otro lado, sirvió de base para indicar lo que no se debía concebir para poder explicar de forma más certera la realidad, por lo que se podría decir, que sirvió de base en sentido negativo (en caso de producir la anulación del pensamiento de Parménides). Por lo que es posible decantarse por la primera opción, en razón a los planteamientos antes mencionados, de forma que el atomismo de Demócrito y Leucipo, se cimentara en el concepto de ente de Parménides, demostrando así, desde el vínculo de pensamiento, su relación epistemológica.
El Atomismo
de Demócrito
y su Relación con el
Escepticismo de Pirrón
Por otro lado, con la intención de
conectar el pensamiento de Parménides con Pirrón, pasando por Demócrito, es fundamental mencionar a
Román (2019), quien sostiene que: “El testimonio de Aristocles
en la obra Praeparatio de Eusebio, es el más claro, en cuanto la línea de sucesión:
Demócrito, Protágoras, Nesa, Metrodoro, Diógenes,
Anaxarco y Pirrón. Siendo
este último iniciador del movimiento escéptico” (p. 328).
Siguiendo la línea de análisis realizado hasta este momento, el vínculo más próximo y razonable, entre Demócrito y Pirrón, se encuentra en la conclusión que realiza Román (2019):
Pirrón no fundó una escuela en sentido estricto, esta idea no sería aceptable históricamente, ni demostrable historiográficamente, tampoco se puede decir, en puridad, que perteneciese al círculo atomista o democríteo, sino más bien que entró en contacto, a través de Anaxarco, con esta doctrina y con los problemas irresolubles que planteaba el propio atomismo en torno al conocimiento. Tampoco es razonable reconocer que Pirrón fuese consciente de la creación de una nueva y original forma de hacer filosofía, que instauraba una compleja e institucionalizada doctrina. Por el contrario, sí que podemos hablar de que tuvo discípulos que siguieron sus indicaciones sobre la incapacidad para resolver los problemas del conocimiento, y sus indicaciones sobre la posibilidad de llegar a la felicidad a través de la suspensión del asentimiento. Esta manera de enfrentarse a este reto es lo que originará un tiempo después una clara línea filosófica conocida como escepticismo. Una línea que no dejará de crecer y de problematizar la posibilidad de encontrar una verdad indudable y completa, verdad o verdades, de las que tan seguras estaban las diferentes escuelas filosóficas dogmáticas que se desarrollaban en el panorama filosófico antiguo. (pp. 332-333)
Lo que concatena el pensamiento de Demócrito con el de Pirrón, y muestra el influjo que pudo tener el modelo atomista en la escuela pirrónica.
De Pirrón (360 a.C. - 270 a.C.), surge el escepticismo que se podría decir, está fundamentado en dos postulados; primero, el objeto no puede ser aprehendido por el sujeto, y segundo; en caso de encontrarse con dos afirmaciones contradictorias, ambas pueden ser absolutamente verdaderas, por lo que se recomienda guardar silencio, en este caso se estaría negando el principio de no contradicción de las leyes lógicas del pensamiento. Posteriormente, se conoce el escepticismo medio o académico representado por Arcesilao (315 a.C. – 240 a.C.) y Carnéades (214 a.C. – 129 a.C.), que estima posible el conocimiento exacto; pero sin la certeza de que los juicios emitidos concuerden con la realidad (Zamudio, 2012). Sucesivamente aparece Sexto Empírico (vivió entre mediados del siglo II y principios del siglo III) y los médicos de las sectas empíricas que diseñaron sobre el escepticismo un método de observación, con el que querían construir una ciencia que se basara en los fenómenos y superara la etapa dialéctica (Castany, 2007).
En la filosofía moderna se generan formas de escepticismo especial, como en el filósofo francés Michel de Montaigne (1533-1592) con un escepticismo principalmente ético. En Descartes (1596-1650) con la duda metódica, se encuentra un escepticismo metódico. En Pierre Bayle (1647-1706) caracterizado por un escepticismo medio (académico). En David Hume (1711-1776) un escepticismo metafísico; y así se llega a Auguste Comte a quien se atribuye el escepticismo metafísico, más conocido como positivismo, que consiste en que el conocimiento se logra a través de los hechos percibidos por medio de la experiencia inmediata, dejando de lado toda especulación metafísica (Zamudio, 2012).
Para adentrarse en el mundo de la corriente positivista, es necesario antes, dar unos pasos en torno a su definición, en palabras de Gibert y Gibert (2016):
Positivismo: concepto que alude directamente a las ideas de Augusto Comte, aunque se refiere de modo más general a la tesis de que todo conocimiento se basa en la observación y la experimentación. Consecuentemente, todo positivismo supone el rechazo de toda tesis metafísica que implique la obtención de conocimiento por vías que no tienen que ver con la experiencia de los sentidos y la experimentación. (p. 201)
A lo largo de la historia se hace ineludible reconocer cómo las distintas corrientes epistemológicas han aportado substancialmente a la humanidad, de ahí que varios filósofos se han dado a la tarea de investigar y sentar ciertas posturas, recibidas a bien por unos y contradictorias para otros, pero todos enfocados a mejorar la calidad de vida de los individuos.
Para la corriente epistemológica positivista, el término positivismo surge en Francia, a mediados del siglo XIX, quien tiene como precursor de esta postura filosófica al francés, Augusto Comte y el británico John Stuart Mill, sin dejar de un lado a Henri de Saint-Simon, quien se cree fue uno de los primeros en hacer mención de la palabra positivismo.
Para Saint-Simon, en efecto,
la regla fundamental es la necesidad de la observación: “la ciencia del hombre sólo puede constituirse a través del examen
objetivo de los fenómenos, sin dar
entrada a la actividad imaginativa propia de la literatura o de la religión” (Ansart, 2003,
p.32).
La postura de Saint-Simon citada por Ansart, evidencia que, desde su percepción, para comprobar la veracidad o negación de un acontecimiento es necesario desligarse de la creencia en fenómenos sobrenaturales y remitirse a los fenómenos naturales, con base en el estudio científico. Todo conocimiento o actividad filosófica debe partir de hechos reales o posibles de comprobar a través del método científico; se pasa de la imaginación a la observación y comprobación.
En su libro Curso de filosofía positiva
Augusto Comte expone:
“Es imposible imaginar otro procedimiento a través del cual nuestro
espíritu hubiera podido
pasar de unas concepciones
verdaderamente sobrenaturales a otras simplemente naturales, es decir, del régimen
teológico al régimen positivo” (Comte, 2004, p. 30).
Comte surge como padre de la ciencia a través de su postura, dejando ver que la observación y la experimentación, son la base del conocimiento objetivo. Es indiscutible que Comte al igual que Saint-Simon buscaban dar una explicación verídica, científica a cada hecho, dejando de lado la divinización de las cosas, por la certeza de un hecho verdadero. La búsqueda de lo concreto.
Uno de las mayores obras realizadas a criterio de Comte, fue el descubrimiento de la ley de los tres estados del conocimiento, en ella realiza una fuerte crítica a la religión y la metafísica y da paso a lo que hoy se conoce como positivismo. Comte (2004), sobre la ley de los tres estados del conocimiento sostiene:
Esta ley consiste en que cada una de nuestras principales especulaciones, cada rama de nuestros conocimientos, pasa sucesivamente por tres estados teóricos distintos: el estado teológico o ficticio, el estado metafísico o abstracto, y el estado científico o positivo…. En el estado teológico, el espíritu humano al dirigir fundamentalmente sus investigaciones hacia la naturaleza íntima de los seres, hacia las causas primeras y finales de todos los efectos que lo sorprenden, en una palabra, hacia los conocimientos absolutos, se representan los fenómenos como producidos por la acción directa y continuada de agentes sobrenaturales… El estado metafísico, que en verdad no es más que una simple modificación del primero, los agentes sobrenaturales son sustituidas por fuerzas abstractas, verdaderas entidades (abstracciones personificadas)…Finalmente, en el estado positivo el espíritu humano, reconociendo la imposibilidad de alcanzar nociones absolutas, renuncia a buscar el origen y el destino del universo y a conocer las causas intrínsecas de los fenómenos, para dedicarse exclusivamente a descubrir
-con el uso bien combinado del razonamiento y de la observación- sus leyes efectivas. (pp. 20- 22)
De las apreciaciones de Comte se encuentra que, durante el consolidamiento del saber, el ser humano pasa por los tres estados del conocimiento, en el que de manera sucesiva va evolucionando hasta llegar al último, el positivismo.
Desde la antigüedad, el ser humano ha buscado de manera constante, el origen de las cosas. Cada vez que se vio enfrentado a las distintas situaciones que le presentaba la naturaleza, y al no encontrar una respuesta lógica, opta por atribuírselas a una fuerza sobrenatural o a la intervención de un ser divino, de ahí que realizara distintos ritos de adoración para pedir por sus cultivos, las plagas, las enfermedades y cada una de las necesidades que iban surgiendo.
Evidentemente el segundo estado no es más que una extensión del primero, un escalón más para llegar a una explicación científica de las cosas, dentro de las mismas cosas, las entidades abstractas (entidades personificadas).
Después de que el ser humano pasa por los dos estados anteriores, entra a su estado final el positivismo, en el que se aleja de cualquier explicación teológica o metafísica y se sumerge en una investigación de los hechos, en la búsqueda de la certeza.
Una vez analizado el concepto de positivismo, desde la perspectiva de Comte, como padre de esta postura epistemológica, es importante analizar la influencia que esta corriente de pensamiento tuvo en distintas latitudes y espacios de tiempo.
Filósofo, político y economista inglés de origen escocés, representante de la escuela económica clásica y teórico del utilitarismo.
Hill (como se citó en Pérez, 2015) afirma que:
años más tarde el positivismo fue introducido a Inglaterra por John Stuart Mill, quien primero la aplico a la ciencia económica…A mediados del siglo XIX, Jhon Stuart Mill fue pionero de la filosofía del positivismo y debido a que los ordenadores electrónicos aún no se habían inventado y la ciencia estadística pura aún estaba en sus inicios, Mill tenía límites para la fiabilidad de los métodos de investigación y no podía producir predicciones confiables, por lo tanto no se trataba de predecir eventos futuros, por lo que las aplicaciones de la teoría se verificaban empíricamente, no para corroborar la validez de la teoría, sino para definir los límites de aplicabilidad de las conclusiones de la teoría. (pp. 30-31)
Como se aprecia, aunque Mill, no contaba con los avances tecnológicos de la actualidad, se sirvió de los elementos que suministraba su medio social e histórico, para dar fundamento a su teoría, en el sentido de poder observar la capacidad de explicación de los fenómenos económicos, que la misma tenía. Por lo tanto, se evidencia, el aporte significativo que pueden realizar las ciencias entre sí, (en términos de la comprobación, validación y predictibilidad de teorías) en la medida que se desarrollan. En particular, el aporte que ha realizado la estadística en este sentido.
El positivismo tuvo gran influencia en Europa; María Ángeles Vitoria (2009) en su trabajo “Positivismo”, hace una reseña, que se resume en la tabla 1:
Pensadores positivistas europeos
PAIS |
PERSONAJE |
APORTE |
|
Emile Littre (1801 – 1881) |
Sostuvo que la verdadera filosofía de Comte es la “científica” y no la religiosa. Tuvo gran influencia en la cultura, orientando el trabajo de científicos y la crítica histórica y estética. |
|
Pierre Laffitte (1825 – 1903) |
Fiel a los postulados de Comte; no elaboró pensamiento propio, defendió el pensamiento y la doctrina de su maestro; influyó en autores como Miguel Lemos, Gabino Barreda, que extendieron el positivismo en América Latina. |
FRANCIA |
|
|
|
Hippolyte Taine (1823 – 1893) |
Para él, la percepción y el pensamiento no son más que una vibración de las células cerebrales, una “danza de moléculas”; intentó aplicar los principios y el método positivista al arte, a la literatura y a las ciencias históricas. |
|
Joseph Ernest Renan (1823 – 1892) |
Piensa que la única forma de conocimiento válido es la ciencia. Intentó aplicar el método positivista al estudio de la historia bíblica, dando una explicación naturalista de Cristo y del cristianismo. |
INGLATERRA |
Herbert Spencer (1820 – 1903) |
La filosofía que quiera reflejar la realidad de la naturaleza no puede ser más que una teoría de la evolución universal. El evolucionismo Spenceriano fue una de las doctrinas que mayor influencia ejercieron entre 1860 y 1890, no solo en Inglaterra sino en el mundo entero. |
|
Carlo Cattaneo (1801 – 1869) Giuseppe Ferrari (1811 – 1876) |
En Italia se desarrolló positivismo independiente de fondo social político y de orientación histórica. |
ITALIA |
Cesare Lombroso (1836 – 1909) |
En el campo de la psiquiatría; concibe a la delincuencia como una forma de epilepsia y, en consecuencia, el impulso criminal como algo análogo a una descarga epiléptica, negando la libertad del delincuente. |
|
Roberto Ardigo (1828 – 1920) |
Introdujo en Italia el gusto por el método científico en el campo de la cultura. |
MATERIALISMO ALEMAN |
Carl Vogt (1817 – 1895) |
Sostuvo que los fenómenos psíquicos y las actividades mentales son solo secreciones del cerebro. |
Ludwig Büchner (1824 – 1899) |
Autor de Fuerza y Materia obra considerada por mucho tiempo la Biblia del materialismo. |
|
Ernst Haeckel (1834 – 1919) |
Formuló la ley de la biogenética fundamental: “la ontogenia es una recapitulación de la filogenia”; es decir que desde el embrión hasta la edad adulta se reproducen las fases del proceso con el que se ha formado la entera especie o phylum. |
Nota: Datos tomados de Vitoria (2009).
En el cuadro anterior están los pensadores positivistas europeos más representativos, y las contribuciones hechas a esta corriente epistemológica, que la han llevado, a un grado tal de evolución, que ha permitido que el método científico positivista, tenga gran relevancia y aceptación validada, como modelo de investigación; de cuyos resultados se han derivado teorías que explican los fenómenos percibidos por los sentidos, y ha posibilitado predecir, aquellos que inicialmente fueron parte de la imaginación de los investigadores, y que gracias al avance científico se han logrado comprobar.
Al revisar la historia de la filosofía, y con ella, la epistemología antigua, si se le puede llamar de algún modo al pensamiento presocrático; se encuentra, que los modelos epistemológicos no han surgido de la nada, ni se han forjado en una sola mente, sino que son el resultado del esfuerzo intelectual continuo de muchos pensadores a lo largo del tiempo, que basados en la realidad, en lo observable y por tanto verificable, han intentado desde el cúmulo de ideas en su mente, la percepción de los eventos y la contrastación con otras posturas; formular derroteros que han posibilitado hasta cierto punto explicar una realidad determinada, que a la postre, terminan evolucionando hacia modelos con mayores expectativas predictivas, y que posibilitan dar solución a un mayor número de problemas.
Siguiendo la línea del tiempo, y al situarse en la época clásica de la filosofía (periodo de los presocráticos), de cuya existencia y formas de pensamiento, sólo se cuenta en la actualidad, con algunos fragmentos (que quizás el tiempo y la mano del hombre no pudo devorar), se puede establecer el nacimiento del positivismo en las ideas del ser y del ente de Parménides, que fueron cultivadas por Leucipo y Demócrito, logrando su evolución hacia la teoría del atomismo, y que esta última terminaría absorbiendo. Así Demócrito, como se deduce de las referencias de autores antiguos e intérpretes de estos, pudo influir con su
pensamiento, a través de Anaxarco, en la postura y pensamiento de Pirrón, en torno a la indiferencia como camino a la felicidad y la duda como camino a la verdad; que serían el fundamento del escepticismo, y por lo que se le considera como padre de este pensamiento, en lugar de ser considerado heredero del pensamiento atomista. De él se derivarían otras formas de escepticismo. Del pensamiento escéptico se cristaliza en el siglo XIX una forma especial, denominada escepticismo metafísico o positivismo de la mano de Auguste Comte, quien enfocaría el pensamiento hacia la objetividad de la realidad.
En el trasegar por el mundo del positivismo, es de resaltar la postura de Auguste Comte, considerado padre de este modelo epistemológico, quien aludía que la única manera de buscar la verdad, es a través de realidades científicamente comprobadas (el conocimiento científico) alejándose de las concepciones de carácter teológico y metafísico. Comte hombre visionario, contribuyó de manera substancial al desarrollo de la sociedad del siglo XIX, sentando las bases en las que se fundamentaron distintos pensadores posteriores a él.
En el continente europeo el positivismo tuvo y ha tenido gran importancia en las investigaciones de carácter científico; puede decirse que, con la adopción del método científico, Europa logró, ha logrado y logrará avances en los distintos campos del saber.
La iglesia se interpuso en las investigaciones de grandes pensantes, como lo muestra la historia, privando a la humanidad de avances científicos; en la actualidad, aunque sigue siendo aséptica a las investigaciones, sobre todo las que tienen que ver con el origen de la vida y del universo; ha flexibilizado su postura y ha aceptado muchos descubrimientos relacionados. En 1891 se creó, El Observatorio Vaticano, una forma de mostrar que la iglesia no está en contra de la ciencia, por el contrario, trabaja de la mano con ella. Un tema álgido como la “partícula de Dios”, no ha divido, y por el contrario, la iglesia ha dado una explicación divina, a la existencia de la antimateria; se podría decir que, la iglesia de hoy dista de la del oscurantismo y la inquisición, por lo que se podría inferir que es una iglesia “positivista”, abierta a aceptar y por qué no, explicar los resultados de las investigaciones de carácter netamente científicas.
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DIALOGUS ISSN Impreso:2519-0083. ISSN Electrónico:2644-3996. Año 4. Número
6. Diciembre 2020-
Mayo 2021